sábado, 18 de noviembre de 2017

Depresión: ¿otra vez?

Tenía un blog en el que hablaba de mi vida, pero al final se volvieron ideas idiotas e infantiles de una mente desbalanceada.
Yo sufro de depresión, no sé ni porque jaja, pero lo sufro. Levantarme todos los días sin ganas, sin esperanza, solo con la idea de que debo morir, es agobiante.
Por lo poco que he leido sobre problemas psicológicos, comunmente son hereditarios, bueno... No estoy segura de que lado de la familia viene, pero un tío se suicidó hace ya un año, y eso me hizo pensar en mi.

Esta situación, este malestar, comenzó desde hace ya tiempo cuando ingresé a la secundaria. Sin ganas, sola, llorando todo el tiempo, de hecho una compañera me dijo: "No puedo con esto, eres demasiado desesperante" y se fué, dejándome sola. Después, me entero que mi papá tiene cáncer y que iba a morir. Eso fue el acaboze para mi.
Saber que una persona a la que quería mucho iba a morir, y que además iba a sufrir con una enfermedad tan fea... Algo en mi interior se resquebrajo y ya no quise hacer nada. Sé que hubo un momento en que grité muy enojada a mis padres: "Esta vida no tiene sentido, mi papá se va a morir, la familia se va a morir,  yo no quiero vivir así".
Mi papá se puso a llorar, mi mamá también aunque siempre se hace la dura, yo lloré y la situación fue la siguiente:
"Yo no quería enfermarme. Me dio porque quién sabe qué razón, pero tampoco quiero que mi condición sea motivo de una discusión. Al menos, el poco tiempo que me quede, quiero disfrutarlo con mi familia, con mi hija, con mi esposa y el hijo de mi esposa, porque ustedes son lo más valioso que tengo"-esto lo dijo mi papá, llorando.
"Bueno, es algo que no podíamos preveer, pasó y no nos queda más que permanecer juntos, como familia, hasta el final"-mi mamá abrazo a mi papá y luego ambos me abrazaron a mi.

No es como que fuese a quitarme la idea de que yo deba morir, pero de algún modo, hizo que la enfermedad de mi papá fuese más llevadera.
Pero, yo no pude salir de ése círculo.
El dolor, la desesperación, ésa sensación de que no era importante para nadie se hizo más fuerte después de la muerte de mi papá.
Claro, durante la enfermedad de éste, pude hacer amigos, hacer que mi vida fuese más llevadera, pero al final, terminé por desepcionarme de mi misma y del mundo.
¿Por qué?
Bueno, la que era mi mejor amiga en aquella época, decidió parecer algo que no era, bueno, voy a contarles todo desde el principio:
Ella para mi, era brillante, amable, risueña y muy cariñosa. Todo el tiempo estuvimos juntas, hablábamos por teléfono, nos divertíamos, hasta creamos una especie de "historia mágica" con la cual yo me sentía más cómoda porque podía ser yo misma. Con ella, yo era simplemente yo. Nada de máscaras idiotas, nada de formalidades. No. Sólo éramos ella y yo siendo sinceras una con la otra.
Yo la admiraba y la quería, de hecho era como una hermana para mi: jaja la hermana que nunca tuve.
Pero, algo pasó que yo no pude entender, aun hoy después de casi 12 años, sigo sin entender qué demonios sucedió.  Se enamoró del chico equivocado, encontró más emoción en ser algo que no era, no lo sé. Sólo entendí que ella perdió su brillo, y sacó su "casta".
¿Cómo lo digo?
Ella nunca fué sincera conmigo. Esa amablilidad, esa dulzura y ese cariño, eran sólo una máscara que ocultaba su verdadero yo: Mentirosa, manipuladora y ególatra.
Eso, sumado a que aun estaba fresca la muerte de mi papá, me tronó. Quise aclarar las cosas con ella, preguntarle qué sucedia, pero ella sólo me contestaba: "Perdóname, es mi lado oscuro. Pero pronto lo voy a controlar". Cosa que jamás paso, no al menos conmigo.
Terminé por reventar un día, y le dije:
"Hasta que no cambies tu actitud conmigo, no quiero volver a verte (¿O era hablar contigo?)"-quise ser la madura, la que tenía que ponerse firme, porque a pesar de apreciarla tanto, ella me manipulaba con su sentimentalismo.
Pero todo salió mal.
 Era tan cabrona, que puso a los maestros y toda nuestra generación en mi contra:
"Yo era mala, fría, desconsiderada, cruel y mentirosa".
Nadie me habló, y fue cuando me di cuenta que las personas sólo se aprovechan de los que quieren hacer las cosas de la manera buena. Pero, profundicé en mi vida, en mi "talento" y me metí en mi mundo. Aprendí a ser más independiente, a ser más yo de nuevo, sin importar quién o qué se metiera en mi camino.
Iba a la arcadia a jugar, a estar sola, a pensar. Y sin darme cuenta, unos chicos de la generación comenzaron a hablarme. Fué una sorpresa, porque de verdad pensé que me odiaban. Uno de ellos me dijo:
"No estoy en contra de ti, sé como es ella. Pero tampoco soporto verte sola todo el tiempo, sé que tú también necesitas amigos".
Otro me comentó:
"Eres buena onda, y esa idea mia sobre ti no tiene porque cambiar por lo que paso con ella. Te quiero a ti y también a ella".
Ellos dos más otros dos, fueron los que me ayudaron a seguir adelante, a mantenerme firme, a pesar de que las cosas estaban mal en la escuela. De hecho, olvidé mi depresión por un momento, porque por ellos 4 no hice alguna idiotez. Además, me hizo entender que la amistad con mujeres, para mi, son una mentira. Las mujeres para mi, con excepción de mi madre y mi sobrina, son mentirosas, manipuladoras, ególatras, fastidiosas, desesperantes y no sé qué más escribir. Por eso, aprecio más la amistad de los hombres, aunque ahora no tenga ni uno, al menos los hombres son más abiertos y sinceros, son menos chillones y más amigables. Bueno, al menos lo eran los hombres de mi época, ahora son igual o peor que las mujeres, pero en fin. Opiniones a parte.

Regresando a lo anterior, recuerdo que también mucha culpa de mi depresión fue el rechazo. Claro, de niña, mi abuela me comparaba con una prima que, jamás fue a verla y nunca se interesó por ella, así como con otra prima: "Por que no eres igual de bonita?" "¿Por qué no eres igual de inteligente?"
Mi papá también lo hizo con su otra hija, de igual modo me comparaba con ella. Su otra hija era delgada, bonita, inteligente y sacaba buenas notas. Sonará terrible lo que voy a decir, pero me sentí muy satisfecha conmigo misma cuando la otra hija lo negó y que ya no lo quería porque se había enfermado de cáncer.  Me reí para mis adentros como loca y me puse feliz. Sabía que una  hija "perfecta", no es real. No es como las pintan en las películas o en las novelas.

Soy una persona que cuando era más joven, se enamoraba del primero que la tratase bien. Aunque sea por lastima o por querer ganar una apuesta, siempre me enamoraba del primer chico que me tratara bien. Mi primer amor fue en el kinder, después de unos años, vi al mismo niño, e inclusive intentó hablar conmigo pero, nop. El encanto se perdió.
Luego, fue en la primaria. Luego, la secundaria, máldita época de secundaria. Me enamoré quien sabe cuantas veces, para que cuando empece a andar con el chico que me gustaba, me dijo que me aceptó por lastima y por darle celos a su crush. Aunque, lo cagado fue que regresó conmigo porque según, se había "enamorado" de mi y quería intentarlo. Fue una experiencia muy dura, a decir verdad. Y luego, el chico del cual sentí algo por muchos años, lo menciono ahora porque más adelante, influenciaría en mi propio rechazo.

Luego la preparatoria.
Fue una época caótica por todo, entre que mi papá falleció, lo de la chica que era mi amiga que puso todos en mi contra, entre que descubría mi propia independencia, el amor fue algo caótico también.
Me enamoré de un chico que era raro, ¿raro en qué sentido? Bueno, no es que mi gusto por los hombres sean apuestos, de buen cuerpo y con un sentido alto del deporte. Sino que prefería aquellos que pasaban inarvertidos por el mundo. Y ese chico me gustaba porque... Era atractivo para mi.
Claro, todo esto pasó antes de que aquella chica y yo tuvieramos nuestra riña.
En ése momento, entre las compañeras y ella, hacían lo posible hablar con él y sacarle información, vale. Un día le hice una carta y se a dí. En ella escribí lo que sentía por él y, espere. Espere, espere y espere.
No hubo respuesta. Pero claro, era obio que no iba a hacerme caso, ¿quién le haria caso a una niña que te acosa? Vale, primer intento, fallido. Pasó.
El segundo intento, lo invité a salir, me dijo que sí y pues llegó el día. Unos amigos me acompañaron porque dijeron que era un pelmazo y que no querían verme sufrir, y por eso iban de mis chaperones. Y como buenos hombres, tenían razón. El chico no se presentó.
Ya sin más esfuerzo, la tercera es la vencida.
El chico creía que quien se le declaraba era otra niña y que no quería nada con ella. Después se aclaró todo, pero que no quería nada, que aunque era linda y todo, no era su tipo.
Bueno, me deprimí. Como buena chica "sensible", estuve llorando un largo rato por él. De verdad me gustaba, pero la vida es así.
Recuerdo que, el conserje de la escuela, que por cierto era buena onda y daba consejos de amor a todos, me vió llorando y me dijo:
"Eres linda, eres joven, ya no llores, niña. Habrán otros. Esto tenlo como experiencia, y sigue adelante".
Ciertamente, tenía razón.
Decidí en ése momento que disfrutaría de ese sentimiento hasta que ya no hubiera encanto. Hasta que ya no hubiera ése palpitar, ésa emoción por verlo. Y así fue.
La vida continuaba.
La preparatoria estaba por acabar, y viene la pregunta para todos los jóvenes: ¿Qué quieres estudiar? ¿Qué quieres para tu futuro?
Yo no sabía. Jajaja, yo sólo quería disfrutar mi vida, fuese como fuese. Pero, era hora de tomar un camino y continuar.
Decidí estudiar artes. Mala decisión, para mi.
En el sentido de que, a pesar que intenté cultivar mi talento que es el dibujo, en ningún momento, aun estando en la prepa, hubo alguien con quien midiera mis capacidades, entonces al ingresar a la universidad, me tope con un muro muy alto que afectó mucho mi orgullo de dibujante.
Rechazo, alguien mejor que yo, burlas, bueno... De nuevo, ése agujero negro me consumía.
Ya no queria dibujar, ya no quería estudiar, pero el que ahora es mi pareja, me lo impidió.